Mi poesía se disuelve en la geometría del espacio, abriendo un umbral donde las palabras, lejos de ser simples vehículos de significado, se transforman en signos que viven, respiran y se expanden. Aquí, el poema no solo invita al espectador a leer, sino a sentir la pulsación misma del lenguaje, a través de su reconfiguración visual.
En mis fotografías, el blanco y negro se convierte en un vehículo para la exploración profunda del subconsciente y la materialización de lo inefable. Cada imagen, cuidadosamente elaborada, es un fragmento de una realidad alterna, un sueño capturado a través del lente, La fotografía se convierte en un puente entre luz y materia, donde cada imagen es un acto de descomposición y reconstrucción visual, un juego entre lo conocido y lo inexplorado. La obra trasciende las fronteras del espacio y el tiempo, presentando escenarios oníricos donde lo cotidiano revela una nueva verdad que desafía nuestra percepción de la realidad.
En mis pinturas, las líneas, al principio dispersas y caóticas, se reconfiguran con una precisión ritualista, dando forma a figuras humanas que parecen suspendidas en un continuo flujo de movimiento. Estas figuras emergen desde un fondo geométrico vibrante que no solo las sostiene, sino que les inyecta una energía cromática que las ilumina y les da vida. Un mapa visual que atraviesa las marcas de nuestra condición existencial, para superponerse en la superficie de la obra como una cartografía del alma.
Como artista y navegante del cosmos, mi compromiso es con la belleza del conocimiento, con la danza de los astros que entrelazan lo invisible y lo tangible. Exploro las estrellas como umbrales de significado, donde los ritmos celestes despliegan las sinfonías que impulsan la evolución del alma. Cada tránsito, cada alineación, es un verso perfecto inscrito en la vastedad del firmamento, que nos invita a recordar que somos el latido supremo de la inmensidad.